jueves, 29 de abril de 2010

PequeñaGranHistoria


Como única cuestión ella se preguntaba si volvería a estar alguna vez más allí arriba, en ese lugar tan difícil de alcanzar, allí donde todo parece más hermoso. A tres metros sobre el cielo.

Tenía ganas de enamorarse, de amar , de ser amada, quería un sueño, quería construir, quería tener certezas y buscaba una magia que se encendiese por la mañana y no se apagase por la noche. Buscaba a ese alguien a quien mirar y a quien decirle las cosas que escribía en su viejo diario.

Ella mientras camina entre la gente, ve coches con parejas felices, en el tráfico festivo, con los asientos llenos de sueños…y se detiene. Un velo ligero y húmedo le cubre repentinamente los ojos. ¿Qué ocurre? ¿Dónde estará en ese momento la persona que tanto espera? Y ¿Qué estará haciendo justo en ese instante? Y el corazón se le encogió…

Cerró los ojos y empezó a temblar, y no solo de frio. Mil emociones la embargaban. ¡¡Qué dificil es olvidar las cosas bonitas!!

No fue por la lenta canción frustrada, ni por el viaje perdido a casa por lo que su estómago se cerró y el corazón empezó a latirle más rapidamente de lo normal. Fue porque ella buscaba sus respuestas y en cambio, solo obtenía preguntas.

Ya en casa, su bolígrafo resbalaba veloz sobre la hoja en blanco, llenándola de palabras, de líneas, de hechos, de recuerdos, de desilusiones…

Cuando algo nos falta, debemos llenar ese vacío, escribía. Y sin querer darse cuenta, quizá cuando menos insistía en encontrar lo que le faltaba…..

Se encontraron por casualidad.

Y sobraron las palabras, y faltaron los hechos. Así, decidieron volver a encontrarse, ya no por una casualidad sino por un beso.

Por un momento pensó en lo bonito que es cuando no conoces a alguien pero lo tienes al lado, en los problemas que no tienes, en cómo te la imaginas…

Y allí estaban las dos, frescas y nerviosas, llenas de cosas fáciles de decirse, oliendo el perfume la una de la otra y ensayando fantasías comunes. Y rápidamente se perdieron entre otras personas que sonreían como ellas. Chiquillos de todas las edades en busca de sueños.

Ella sin pensarlo, nerviosa, le toma la cara entre sus manos y la mira a los ojos. Mil palabras recorren esa mirada, silenciosas, alegres, dulces… Como esas emociones imprevistas que a veces, como traídas por el viento, no se pueden explicar.

Sólo por momentos como ese vale la pena vivir ¿no es cierto? Se dijo a sí misma y pensó que cuando encuentras a una mujer que vale la pena no hay que perder más tiempo… cuando el corazón se decide, cuando tiene el coraje de cambiar de camino, no se debe esperar.

Y sí, era pronto para eso… pero ya encontrarían la manera de darle sentido a esta historia, ¿no?

Pasaron unos días, tiempo de reflexión. Y ahí estaba, frente a ella. Le acarició la mejilla, estaba cerca…muy cerca. Tembló ante la sola idea de que un pequeño movimiento suyo hiciese que quizá ella, frágil sueño de cristal, desapareciera en mil pedazos.

Y así fue, esa chica de los ojos verdes asustados, de las numerosas dudas, de los mil miedos, desapareció. Pero ella se preguntaba, miedo ¿a qué? ¿A seguir adelante así? Dejándose llevar… o a ¿enamorarse? Pero… ¿qué puede haber más bonito? ¿Qué riesgo mayor vale la pena correr?

Qué lástima… fue un sueño precioso, pero solamente un sueño. Ilusiones de un momento, violentos instantes de pasión que se esfumaron de un soplido.

Ahora en soledad, me dan ganas de gritar. En este silencio que hace daño. Basta. Déjame. Ponlo todo de nuevo en su sitio. Así. Cierra. Doble vuelta de llave. En el fondo del corazón, allí, en aquella esquina… se repetía a sí misma sin cesar. Mientras intentaba alejar esos poquísimos recuerdos, esos pensamientos, esa dulce desilusión… Hasta que de repente lo entiende…. no hay nada.

Y así dueña del lugar y del tiempo. Sola, sigue contando estrellas, olvidándose de los días, recibiendo llamadas y escuchando mentiras.

Sin querer darse cuenta, en un instante se encuentra otra vez perdida en ese color, en el verde de aquellos ojos de aquel día. Y como un deseo imprevisto sueña con que todo eso se convierta en una bonita historia de amor. Se da cuenta de que a ella también le gustaría estar en un cine y poder ver las escenas más importantes de la vida de esa persona que por alguna extraña razón era especial, diferente…

Y entiende así que los sueños no cuestan nada y que nadie puede reprimirlos. Que solo una cosa los convierte en imposibles, el miedo a fracasar.

Dejó de lado las ilusiones y aceptó la realidad, se llenó de fuerza y esperanza y salió en busca de todas y cada una de esas estrellas que una vez creyó confundir con luces de neón… Haría todo lo que fuese necesario.

Cogió su diario al mismo tiempo en que una nota caía al suelo delante de ella. Decía algo así como… “Si sigues ahí y sabes cómo querer, recuerda entonces las cosas que das, mantenlas del otro lado, no las hagas regresar… llegará el día en que puedas volver a tenerlas…”

Sonrió, respiró y esperó ansiosa a que llegara su momento…

[Aunque la realidad ES y frente a ella las ilusiones se disipan…Seguiré adelante]


Inés* 28.04.10

© Copyright

No hay comentarios: