miércoles, 17 de abril de 2013

El desayuno


Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu  culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial  con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno."


(Luis Alberto de Cuenca.)


_____________________________________________


Ya sabes mi vida que te lo dedico a ti. Podría ampliarlo para decirte en que más momentos me gustas... pero podría acabar aburriéndote de leer y llenando páginas y páginas de ti. Así que cariño, he pensado que mejor luego en privado...
te lo cuento.

martes, 9 de abril de 2013


Escribir es una fuga de mi 'yo' interior. Mirar a los ojos al suicidio y dar un paso hacia atrás en la cornisa. Escribir es el espejo donde puedo aguantarme la mirada, la foto que no me importa que veas, la piel que no me asusta que toques.

Escribir es descoserme por el pecho, ponerle alas al odio, volver a la infancia para recuperar algo de inocencia. Desnudar la distancia de excusas e imposibles, desenterrar a los muertos con el abrazo que adeudo y asesinar al olvido uuuuna y ooootra vez hasta el recuerdo.

Escribir es lo más cerca que puedo estar de mí misma, lo más lejos que puedo estar del resto del mundo, lo más viva que puedo estar de la muerte.

Pero sobre todo escribir es abrirme los ojos, tenerme aunque nadie más me tenga, aunque a veces no me quiera y aunque yo ni lo sepa.

Por eso escribo.



Ahora.





Inés*

Estar conmigo es complicado, hoy por hoy.
No complicado en plan cocinar una buen plato, ni saber donde está el mosquito de las tres de la mañana en verano, complicado de verdad.

Complicado en plan: traducir las recetas de aquel joven doctor, donde en ese garabato se veía magia y quizá decía que me quería o que me odiaba (que es todavía más intenso) en algún idioma que desconozco...en finlandés, o croata o sueco.
Complicado como deducir dos problemas de bioquímica en menos de media hora en la orilla de alguna playa, mientras dos guiris con bañador ridículo, sudan hincando una sombrilla en tres piedras.

Muy complicado, y sin embargo espero que tú, al contrario de mi, no dejes de intentarlo. Y te busco, salto la verja que separa tu mundo del mío, con la habilidad de alguien que no corría ni el ridículo ancho del patio de su colegio en menos de un minuto, y te observo con los mismos ojos de entusiasmo que aquella primera vez que te miré y se enredaron trescientas amapolas por los pies.

Pero como ni yo misma encuentro mis ojos, me resultaría difícil pensar que tú si puedas encontrarlos o que tal vez estés dispuesta a buscarlos.

Me echo de menos, hoy por hoy. A veces simplemente prefiero callarme y ahogarme sola en un estanque vacío, sin magia.

La magia sería que fotocopiaras tu risa en el agua... y mientras yo recojo los trozos y los tiendo al sol de cualquier anochecer de película romántica, tú te tires a nadar con esa agilidad de un delfín a la deriva.
(Aún hay cosas que me hacen sentir viva)

Sin embargo, más allá de la orilla no hay nada. Y el estanque sin agua no es más que una mierda de charco seco, y yo que no sé nadar sin agua, divido toooooooodo lo que soy, entre toooooooooodo lo que espero llegar a ser, y no existe.

Me resto en todas mis ausencias.

Mi vida ahora mismo es como un campo de tenis, así, dividida simétricamente en dos por una red incapaz de parar ningún golpe. Yo soy la pelota, viendo mi atractivo tampoco voy mal encaminada, y estoy unas veces arriba y otras abajo. Aunque de tanto raquetazo empiezo a sentirme mareada, empiezo a no saber realmente cual es mi sitio o cual quiero que sea. A lo mejor espero que una voz divina venga a decírmelo o que tal vez la vida se canse de este partido y me abra otras puertas...

En medio de todo esto, oigo de fondo que hay que ser optimista, entre otras miles de frasecitas filosóficas que no hacen más que seguir diciéndome que soy un puto fracaso que no sirve para nada. Y digo yo, después de haber estado meses y meses plantando optimismo entre otras muchas cosas, que me queda si lo único que puedo recoger son días desgastados que jamás podré recuperar.

Ojalá tus ojos no me viesen así nunca. A veces pienso que los míos no me quieren demasiado.
Empiezo a no poder seguir así conmigo...porque me cuesta hacerlo sin ilusiones, sin al menos una palmadita de la vida en la espalda cada vez que paso por una meta volante. Y ¿Sabes? Empiezo a sufrir el peso de mi propia decepción, sabiendo de antemano que no podría soportar ver acercarse la tuya.

Mientras tanto, sigo nadando hacia la superficie, aunque a veces no lo parezca.


Inés*