martes, 9 de abril de 2013


Estar conmigo es complicado, hoy por hoy.
No complicado en plan cocinar una buen plato, ni saber donde está el mosquito de las tres de la mañana en verano, complicado de verdad.

Complicado en plan: traducir las recetas de aquel joven doctor, donde en ese garabato se veía magia y quizá decía que me quería o que me odiaba (que es todavía más intenso) en algún idioma que desconozco...en finlandés, o croata o sueco.
Complicado como deducir dos problemas de bioquímica en menos de media hora en la orilla de alguna playa, mientras dos guiris con bañador ridículo, sudan hincando una sombrilla en tres piedras.

Muy complicado, y sin embargo espero que tú, al contrario de mi, no dejes de intentarlo. Y te busco, salto la verja que separa tu mundo del mío, con la habilidad de alguien que no corría ni el ridículo ancho del patio de su colegio en menos de un minuto, y te observo con los mismos ojos de entusiasmo que aquella primera vez que te miré y se enredaron trescientas amapolas por los pies.

Pero como ni yo misma encuentro mis ojos, me resultaría difícil pensar que tú si puedas encontrarlos o que tal vez estés dispuesta a buscarlos.

Me echo de menos, hoy por hoy. A veces simplemente prefiero callarme y ahogarme sola en un estanque vacío, sin magia.

La magia sería que fotocopiaras tu risa en el agua... y mientras yo recojo los trozos y los tiendo al sol de cualquier anochecer de película romántica, tú te tires a nadar con esa agilidad de un delfín a la deriva.
(Aún hay cosas que me hacen sentir viva)

Sin embargo, más allá de la orilla no hay nada. Y el estanque sin agua no es más que una mierda de charco seco, y yo que no sé nadar sin agua, divido toooooooodo lo que soy, entre toooooooooodo lo que espero llegar a ser, y no existe.

Me resto en todas mis ausencias.

Mi vida ahora mismo es como un campo de tenis, así, dividida simétricamente en dos por una red incapaz de parar ningún golpe. Yo soy la pelota, viendo mi atractivo tampoco voy mal encaminada, y estoy unas veces arriba y otras abajo. Aunque de tanto raquetazo empiezo a sentirme mareada, empiezo a no saber realmente cual es mi sitio o cual quiero que sea. A lo mejor espero que una voz divina venga a decírmelo o que tal vez la vida se canse de este partido y me abra otras puertas...

En medio de todo esto, oigo de fondo que hay que ser optimista, entre otras miles de frasecitas filosóficas que no hacen más que seguir diciéndome que soy un puto fracaso que no sirve para nada. Y digo yo, después de haber estado meses y meses plantando optimismo entre otras muchas cosas, que me queda si lo único que puedo recoger son días desgastados que jamás podré recuperar.

Ojalá tus ojos no me viesen así nunca. A veces pienso que los míos no me quieren demasiado.
Empiezo a no poder seguir así conmigo...porque me cuesta hacerlo sin ilusiones, sin al menos una palmadita de la vida en la espalda cada vez que paso por una meta volante. Y ¿Sabes? Empiezo a sufrir el peso de mi propia decepción, sabiendo de antemano que no podría soportar ver acercarse la tuya.

Mientras tanto, sigo nadando hacia la superficie, aunque a veces no lo parezca.


Inés*

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